domingo, 12 de julio de 2009

´Vi la Isla y dije que no jugaría aquí ni loco´


Daniel Carnevali, el legendario ex portero argentino de la UD Las Palmas ya no regresará a su país, "por el cariño que me han dado los grancanarios".

La vida deportiva de Daniel Carnevali tiene detalles curiosos. De niño jugaba al fútbol con pelotas de goma y de trapo en la calle, en Rosario, y ocupó el puesto de portero pese a que no le gustaba, porque se enfrentaba a amigos de mayor edad que le obligaban a actuar de guardameta, ya que nadie quería hacerlo. Posteriormente, fue uno de los grandes arqueros argentinos de la historia. Por otro lado, en 1972 fue con el Chacarita Júniors a disputar el trofeo Joan Gamper en Barcelona, y a jugar un amistoso en Tenerife. Su equipo hizo una escala de diez horas en Gran Canaria, y con su compañero Vargas cogió un taxi y vino a la capital: "Del aeropuerto hacia aquí no había nada y le dije a Vargas que si un día tuviese que venir a jugar a Las Palmas no lo haría ni loco", recuerda sonriente... Poco después era el portero de la Unión Deportiva y hoy, por el contrario, afirma que no regresará a su país, donde aún viven su madre, de 84 años, y su única hermana, "porque aquí sigo sintiendo el aprecio y el cariño de la gente".
El ex portero y ojeador de la UD Antonio Betancort fue a verlo jugar a Buenos Aires y recomendó ficharlo: "En 1973 mi traspaso por 180.000 dólares (unos 21,4 millones de pesetas) fue el más caro que se había realizado en el fútbol argentino".
Daniel Carnevali fue asimismo el guardameta de la selección argentina en el Mundial de Alemania en 1974: "Coincidimos en la segunda fase con Brasil y Holanda y fuimos eliminados, pese a tener jugadores con un nivel individual impresionante, porque no teníamos conjunción, ya que algunos actuábamos en Europa y otros en Argentina. Había tirantez, y lo notamos en el campo".
En 1975, Carnevali se nacionalizó español y cobró "siete millones de pesetas por tres años de contrato", nada que ver con las mareantes cifras que se emplean para fichar hoy a futbolistas de primer nivel.
Carnevali se convirtió en un ídolo de la afición durante sus seis temporadas en el equipo amarillo, con el que jugó competición europea y fue subcampeón de la Copa del Rey: "Un día un señor pagó el almuerzo de mi familia en Arucas y se fue; otro día me lavaron gratis el coche y me dejaron un cartelito en el que me decían 'eres el mejor'... Siempre me dieron un trato inmejorable".
En la UD tuvo grandes entrenadores: "Heriberto Herrera fue un adelantado a la época táctica en el fútbol; Roque Olsen siempre presionaba al jugador; Sinibaldi tenía dos sistemas de juego, de local y visitante, y Miguel Muñoz era un hombre muy sencillo, que facilitaba las cosas a sus futbolistas".
En cuanto a amigos de la plantilla, resalta "el bloque, porque hubo muy pocas variaciones en esos años. Había muy buen grupo y tuve una gran afinidad con Martín Marrero, Páez, Noly, Félix, Felipe..."
Por el contrario, en el campo le dieron quebraderos de cabeza "Santillana y Quini, así como aquel FC Barcelona del año 1974, con los Neeskens, Cruyff, Sotil y compañía".

En la campaña 1978/79 concluyó su etapa en la UD Las Palmas, a los 32 años: "Aquí me querían renovar anualmente, y yo tenía otras ofertas más prolongadas". De hecho, Carnevali, todo un ejemplo de profesionalidad, alargó su carrera hasta los 41 años, siendo en la campaña 79/80 campeón de Argentina con Rosario Central.
En 1995 regresa a Gran Canaria. "Acompañé a España a mi hijo Claudio, que jugó en el Orense. Vine a la isla y hablé con el presidente Ángel Luis Tadeo. A medida que fue pasando el tiempo me salieron cosas en el Universidad de Las Palmas, Playas de Jandía y en la UD Las Palmas, donde últimamente trabajo viendo partidos y realizando informes de los porteros que juegan en la isla".
Por edad, Daniel Carnevali tiene próxima la jubilación, aunque le sigue apasionando el fútbol, y este mismo mes se marcha a dirigir un campus a Fuerteventura, con jóvenes futbolistas de su cadena. Unos chicos que tienen la fortuna de disfrutar de un auténtico maestro, que resalta por su gran categoría humana y profesional.

Fuente: Diario La Provincia

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